lunes, 18 de junio de 2007

Ingenua

-Qué ingenua eres…


Aún resuenan en mis oídos sus palabras y otras palabras dichas hace siglos en apariencia, dichas en una situación que parece de una vida anterior y no de la presente. Y ese tono despectivo al pronunciar la palabra “ingenua” y como todos se manchan la boca asegurando que este es el mayor error de mi vida cuando yo sé que es el único acierto de mi vida, como un regalo caído del mismo cielo como puedo creer si en mi interior habita el alma de un niño huérfano y pobre que se encuentra con un tesoro: su lapicero. Alguien sin corazón cegado por ese extraño gusto de algunas personas por destruir las ilusiones de los demás para que la infelicidad de su miserable vida no pese tanto y no sean los únicos desgraciados. También le podrían haber llamado al pequeño Gerard ingenuo. O a Chris por creer en un lugar mejor. Pero Chris consiguió su cielo. Y yo consigo el mío propio.
Lo que duele no es la duda que creen que siembran con su juicio a ciegas, con las mismas referencias que tendría un ciego para afirmar de qué color va vestido el acusado. Lo que duele es en este caso la autora de la sentencia, mi madre. Mi padre dijo cosas parecidas, ya no solo creyendo que sabe lo que él siente si no que también se creía poseedor de la verdad absoluta sobre mis sentimientos cuando sabe tan bien como yo que de mí solo conoce la corteza y ni eso en ocasiones, cuando siente que es como la piel mudable de una serpiente.
Siempre están preocupados por mi felicidad, por mi sonrisa perdida. Aunque les duela, aunque tengan miedo de perderme… ¿No se dan cuenta de que con su actitud sí que me pierden por completo? ¿No ven que cuando hablo con él sí sonrío? Es más sencillo pensar en la infelicidad que mi felicidad les produce. Si me tuviera que llevar una decepción, me la tendría que llevar por mí misma, aprendiendo sola de los golpes: es ley de vida. No pueden protegerme de un presunto enemigo que desconocen y que está más cerca de mí y de mi alma de lo que ellos lo han estado en toda mi vida.
Quizás, deberían pensar que se equivocaron desde el principio, aunque ya sea tarde para rectificar. Mi padre debería pensar que si no me conoce, tal vez sea porque nunca en su vida me ha prestado atención, ni siquiera cuando era pequeña, que nunca me ha preguntado por nada ni se ha interesado por nada relacionado conmigo, que no pasaba tiempo conmigo, que ni era capaz de acertar a qué curso iba. Que no se daba cuenta de que su hija pequeña jugaba sola siempre y se tumbaba en la cama de su habitación esperando a que alguien iniciara una conversación, mientras él solo se ocupaba de sus cosas, en una habitación aparte. Que nunca me preguntó… hasta que se dio cuenta de que me había perdido del todo y que su hija era una completa desconocida que tenía problemas o motivos suficientes como para largarse lejos sin dar explicaciones y sin mirar atrás; entonces el miedo se apoderó de él y desde entonces vive presa del pánico. Pero yo he vivido sola con ese miedo diecisiete años, y mi padre no me cogió la mano. Mi madre, por su parte, debería pensar que el tiempo que pasaba conmigo, aunque a ella le pareciera suficiente y tal vez sí lo fuera, no estaba empleado de forma correcta. Debería pensar que si me alejé de ella y dejé de contarle lo que me ocurría y lo que me preocupaba, fue porque cuando se lo contaba, se reía y no me daba una solución, me decía que cuando fuera mayor pensaría como ella: que eran tonterías. Estoy de acuerdo en lo último, eran tonterías. Eran tonterías para alguien mayor, pero entonces yo era una niña y necesitaba la ayuda de mi madre, yo no era mayor como para considerar que mi gran problema era solo un rompecabezas fácil de resolver. Debería pensar que le ocultaba lo que hacía, porque siempre estaba prohibiéndome cosas, hasta divertirme, algunas razonablemente, otras sin sentido alguno que me privaban de mi felicidad y de poder disfrutar. Debería darse cuenta de que no me entiende porque me prohibió ser como soy y no podía mostrarle a mi madre mi cara oculta que la haría avergonzarse y por la cual me gritaría. Debería ser consciente de que siempre ha intentado cambiarme en todos los aspectos para que fuera como ella quería que fuese, y no como era yo y que ese no es el apoyo que una hija espera de su madre.
Yo siempre quise que estuvieran orgullosos de mí, y me esforzaba por conseguirlo, aunque tuviera que mentir o llorar a escondidas, pero para ellos tenía que ser perfecta.
No pueden ponerle barreras a alguien que sueña con volar, no pueden establecer prohibiciones basadas en la intolerancia mente conservadora y su negativa a escuchar otra opinión a alguien que cree y defiende la libertad del ser humano por encima de todo y la tolerancia, a alguien que quemaría todas las banderas por el mestizaje y haciendo arder con ellas esas estúpidas posturas fascistas, a alguien que disfruta razonando y escuchando las aportaciones del resto, a alguien que no puede soportar no poder mantener una conversación, a alguien que no aguanta que los que se creen en posesión de la autoridad abusen de ella para callar las voces de sus sometidos, a alguien que siente que tiene mucho que decir pero que no la escuchan. Se equivocan. Se han equivocado siempre. Y yo mientras cuento los días para salir de esta prisión, para respirar un aire que no esté viciado por la infelicidad.
Y creen que están en lo cierto, que yo soy la ingenua. Y no son los únicos que piensan así. Es tan fácil juzgar con los ojos vendados… Así no ves las lágrimas del juzgado a quien le estás robando lo que le alimenta el espíritu y hace volar a su alma. Pero un día las lágrimas quedarán atrás. Mi ansiada libertad. Porque todo llega, sea la espera interminable o fugaz. Entonces nos intercambiaremos los papeles. Cuando ellos me vean salir por la puerta, cuando el resto me vea marchar de este infierno de calles de muertos vivientes, cuando yo ría y no deje de hacerlo, cuando no necesite una escalera para alcanzar el cielo; entonces, quizás se den cuenta de todo, cuando yo sea libre y ellos sigan amargados en su cárcel de existencias vacías sin proyectos ni de futuro ni de presente, de que los ingenuos eran ellos y que yo lo fui por creer de niña que en mis padres encontraría el refugio que necesitaba. Y a lo mejor se den cuenta de que deberían aprender de niños inocentes con esperanzas y sueños como Chris y Gerard, por muy ingenuos que puedan parecer.

11 comentarios:

peyote dijo...

Me gusta mucho como escribes, la verdad, creo que las letras te eligieron por algo; y no por ingenua, el mundo debe ser sometido a tu voluntad, pero sin perder belleza y noblesa.


saludos.

Anónimo dijo...

Mas claro agua.

Sirena dijo...

Pues yo, querida amiga, prefiero ser a veces ingenua y creer, aunque luego me lleve el golpe. Pero he creído, he soñado, y eso no se paga ni con todo el oro del mundo. Dicen que la base fundamental de la felicidad es la ingenuidad. Me gustó tu escrito. ;)

P.D: Mi primo es que tiene amigos allí en Torrent. Lo dicho, si voy por allí nos tomamos algo, no? Besotes, guapetona!!

MentesSueltas dijo...

Me gustó leerte, visitarte y disfrutar el estilo para escribir.

Te abrazo

MentesSueltas

Laura Luna dijo...

Sólo el tiempo determina quién se equivoca y quién no. Has de entender (aunque suene a sermón) que tus padres no lo hacen porque te detesten ni quieran "putearte", sino porque tienen ese sentido proteccionista y tienen miedo de que te hagas el más leve daño.

La madurez está en ser responsable del camino que se escoge, y tener la cabeza en las nubes es bueno, siempre y cuando mantengas los pies en la Tierra ;) Y no es incompatible :)
Un abrazo,
Mun Light Doll

Anónimo dijo...

Hola, es la primera vez que te comento y me gustaria seguir haciendolo mucho tiempo, me ha dejado perplejo este relato, por lo identificado que me he sentido con él, siceramente yo me siento igual, puedes pasar por mi blog, apenas lo actualizo pero en él encontraras una entrada llamada libertad, espero que te guste, tenia pensado hacer una entrada sobre la libertad y el sentimiento Punk, pero aun no lo he hecho un fallo

He llegado aqui por Mun, que es muy buena amiga mia y casi mejor escritora

Venga, un saludo muy fuerte!

Vanyz dijo...

"...Siempre están preocupados por mi felicidad, por mi sonrisa perdida. Aunque les duela, aunque tengan miedo de perderme… ¿No se dan cuenta de que con su actitud sí que me pierden por completo?..."

Se lo doloroso que puede sentirse una al escuchar esa palabra...pero lo es aun mas cuando una misma se lo dice.
Bs. un gusto leerla.

Sirena dijo...

Bueno, me alegro que se te haya ido el mal humor con la poesía. ;) Y si voy por tu tierra, tranquila, que yo hablo por los codos, no te vas a aburrir, jeje. O igual te aburres de tanto que hablo. ;) Besitos, guapa!!

Daniela dijo...

Un gusto que alguien pueda escribir lo que yo siento.. no debería hacerlo yo misma? pues permitame usar sus palabras para hablar por mi también por que jamás habría podido escribirlo mejor.

También esperando por huír de este infierno.

Saludos.

Cam dijo...

El otro día iba a comentar en tu entrada pero la verdad, no sé que pasó que se perdió el comentario al darle a comentar U_U
Voy a poner más o menos lo que recuerdo del otro día xd

Muchas veces se piensa en los padres como alguien que no puede cometer errores cuando en realidad, son personas y pueden fallar igual o incluso más que nosotros mismos.
Realmente, me pregunto si algún día en caso de que llegue a ser padre no volveré a cometer sus mismos errores, quién sabe...

Lo peor de todo, es que conforme pasan los años, vas viendo rasgos en tu personalidad propios de tus padres y además, suelen ser cosas que detestabas. No sé a mi por lo menos me ha pasado.

En fin, en cuanto a la emancipación, calma que todo llega y luego hasta se echa un poco de menos las cosas de antes. Es difícil pero hay que disfrutar un poco las cosas cuando todavía se tienen.

Un saludo y ánimo!

Sirena dijo...

Buen finde, linda.