sábado, 17 de febrero de 2007

La Naranja Mecánica


Lo primero que vemos al sentarnos para disfrutar o sufrir con La Naranja Mecánica es a Alex DeLarge devolviéndonos la mirada. Y qué mirada. Una mirada hipnótica, de la que no se puede apartar la vista y que te obliga a clavarte en tu asiento durante toda la película.
Un chico con un sombrero negro, vestido de blanco, tirantes plateados. Y su pestaña postiza. Él y su mirada. Sus ojos clavados en la cámara, como si mirase al espectador directamente. La mirada firme, que expresa una mezcla entre locura, malicia, crueldad y seguridad que te hace pensar que no te gustaría chocarte con alguien por la calle que te mirara de esa forma. Y entonces, escuchamos la voz de Alex. La dulce e inocente voz de Alex. Una voz que por la suavidad y la inocencia que transmite al entrelazar las palabras, bien podría ser la de un niño. Pero ese niño, de pronto, comienza a narrarnos actos violentos y crueles con los que disfruta. Es más, confiesa estar preparándose para una nueva sesión de ultraviolencia.
La primera escena de La naranja mecánica ya es magnífica. Y las que la siguen, no defraudan, sigue la estela que roza la perfección cinematográfica. La alcanza, me atrevería a decir. Imágenes impactantes, brutales, crueles, violentas, originales. Una banda sonora perfecta que acompaña a la película, dotándole a las escenas de mayor sentido, significado y profundidad. Una interpretación magistral por parte de Malcom McDoweel en el complicado rol de Alex. Inquietud e incertidumbre ante el desarrollo, a la espera de qué nueva sorpresa desagradable nos mostrará Alex. Giros inesperados, que le dan la vuelta a la película en la segunda parte de ésta para conducirnos a un final fiel a las imágenes sugerentes y chocantes del film. Para hacer la crítica elaborada y precisa que esta película se merece, debería de analizar cada aspecto, cada detalle, cada acontecimiento que sucede. Pero, mi intención no es hacer una crítica. Tampoco me considero una experta en el terreno del séptimo arte como para elaborar una buena crítica. Lo que si puedo afirmar sin tapujos es que La naranja mecánica es una obra de arte. Otros, consideran una obra de arte o una producción artística de alta calidad un cuadro en blanco con una mancha de vino en una esquina, una película mediocre que no aporta nada nuevo (como, para mí, es Titanic), o algún best-seller de un escritor que no tiene ni idea del significado de la palabra “escribir” ya que solo sabe redactar (véase Ángeles y demonios del frío y mecánico Dan Brown).
Supongo que, si recapacito, entiendo por qué esta obra de arte ha estado prohibida o censurada en diversos lugares. Otra cosa bien distinta es que comparta esta postura, a mi parecer ridícula. Lo que no lograré entender es como el mismo Kubrick repudió de la misma en un determinado momento. Pero no voy a adentrarme en la mente de un genio. Las razones que se expusieron para explicar la censura y la prohibición de la película fueron que exaltaba la violencia y que incitaba a ella, que, de hecho, un grupo de jóvenes imitó a Alex y sus drugos, apalizando a un vagabundo. Mi primera reacción es incredulidad, a la que le sigue la risa. Es cierto que la película puede resultar confusa en cuanto al mensaje que se quiere transmitir en algunos momentos, pero no hay que ser dotado de una gran inteligencia para entenderla y darse cuenta de que el significado no es negativo. Culpar a la película de los actos violentos de ese grupo de jóvenes es una actitud infantil. La sociedad no es una comunidad perfecta y en armonía, tiene sus defectos, que intentan cubrirse. Cuando esto no es posible y esos fallos salen a la luz, lo más sencillo es quitarse la mierda de encima y echarle la culpa a otro. Ese grupo de jóvenes, no necesitaban La naranja mecánica para llevar a cabo sus actos vandálicos. Ni ese grupo de jóvenes ni nadie. La película es violenta, cruel. Hay muchas otras películas violentas sin argumento en las que el protagonista demuestra haber pasado muchísimo tiempo de su vida en el gimnasio para conseguir esos músculos y bíceps de acero, descuidando así la educación de su intelecto, y en las que solo hay violencia, violencia y más violencia. Pero estas películas no son reales. La naranja mecánica sí lo es.
Prohibirla es ignorar una realidad, cubrirnos los ojos con una venda ante aquello que no es agradable y no nos interesa conocer. Típico en esta sociedad: dar la espalda a los problemas que no son rentables y que se escapan de las manos de los que aseguran que todo está bajo control y que todo marcha bien. La naranja mecánica es un buen espejo en el que podemos observar la degradación de la sociedad. Prohibir esta película sería como quemar todos los documentales que hablen del holocausto nazi, centrados en las barbaridades que cometieron con los judíos; por ejemplo. Si no lo hacemos con este tipo de documentos, ¿por qué se hizo con esta película?
Y hablando de crueldad humana, podemos encontrarla en cualquier parte. Fuera de la película, podemos ser testigos o víctimas de cualquier tortura, ya sea física o mental, corta o prolongada; también podemos leer la prensa o ver el telediario y no encontrar esta crueldad únicamente en las páginas de sucesos y en las noticias que traten de conflictos internacionales o de guerras, si no en dosis más sutiles o en figuras que se supone que luchan contra ella, como podrían ser los políticos o la autoridad con porra y uniforme.
Y con esto, llego a un punto muy interesante de La naranja mecánica. La crueldad no solo reside en Alex. También está patente en esos políticos corruptos, en esa multitud de personalidades que hace de la corrupción una forma de trabajo. Y que manipula la mente humana, la convierte en una máquina que podemos reprogramar, la convierte en una naranja mecánica. Y se priva al ser humano de un derecho, de una de las cualidades principales que lo distingue de una máquina: la libertad, la capacidad de elección. Pues, ¿es un acto bondadoso robarle a una persona la posibilidad de elección entre el bien y el mal para que no vuelva a cometer más atrocidades? ¿Deberían darles una medalla y otorgarles una condecoración? Al fin y al cabo, ¿no es eso una actitud cruel como la que pretenden eliminar con su condicionamiento?
Hace un par de días, yo estaba en clase en una situación que al mismo tiempo que crispó mis nervios, me entristeció y me aterrorizó. En la pantalla de la televisión, se veían imágenes de una mujer mayor. Era viuda y la relación con su hijo no era la que ella desearía. Apenas le ve. Vive sola, sin ninguna ocupación, sin nada con lo que entretenerse salvo la comida y los concursos televisivos. La mujer acaba volviéndose una adicta a las anfetas, que en un principio le había recetado un doctor para adelgazar, con todo lo que ello conlleva. Una historia tristísimo, dura. Nadie querría acabar así, en soledad y desequilibrado; y mucho menos pensar que tu madre acabara así. A las imágenes de la historia de esa mujer, acompañaron varias risas. También había un joven drogadicto, con toda una vida por delante, una vida que él mismo destroza. Un chico que debía de estar disfrutando de la vida y superando su problema en un centro de desintoxicación. Su adicción a las drogas lo conduce a pincharse en una herida que pintaba francamente mal que tenía en el brazo, lo cual tiene consecuencias desastrosas. Le cortan el brazo. Esta vez, se escucharon comentarios como “se lo merece por pincharse y hacer lo que hacía…”.
Simplemente horrible. Ante algo tan terrible, responden con risas y con sentencias típicas de un juez despiadado. Fue cruel. La actitud de los chicos de mi clase, de dieciséis, diecisiete e incluso dieciocho años frente al sufrimiento humano fue cruel. Carente de sentido común, pero cruel.
Así que, visto lo visto, viendo lo que sucede día a día en el mundo, se puede asegurar que el sistema y la sociedad tienen demasiados agujeros que no saben cómo tapar y que podrían convertirse en trampas peligrosas. Así, el personaje de Alex no es tan extraño. Vivimos en un mundo de locos. Alex no es un fallo de la sociedad. Alex es la prueba de que existen esos fallos. Alex es la consecuencia de esos fallos.
Una de las pocas cosas a las que podemos aferrarnos en los lugares en los que, por suerte, no gobierna una dictadura y aún en esas dictaduras (pues se puede elegir ser partidario o no, se puede elegir infinidad de posibilidades, aunque la libertad esté muy limitada, pero no impiden la elección ni la reflexión interna de cada individuo), es la libertad, el poder de elegir por nosotros mismos.
Y si se nos quita la libertad, ¿qué nos queda? ¿Quiénes son los malos y los buenos en esta historia? ¿Quién representa el bien y el mal en la vida? ¿Aquel que disfruta produciendo sufrimiento en otros? ¿O aquel que evita que siga haciéndolo y lo convierte en una naranja mecánica?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En todas las películas de Kubrick, y digo en todas porque sí, es en todas, porque todos los genios has tenido inquietudes,pero yo creo que cada uno de esos genios se obsesiona, por decirlo de alguna forma, en un aspecto muy puntual de las personas. Si para Van Gogh era la mirada, y para Cobain era el rechazo, para Kubrick es la crueldad.
Siempre me ha parecido una estupidez el tema de la censura, y podría escribir cientos de palabras sobre eso, pero me parece que tú ya me has ahorrado el trabajo; simplemente diría lo mismo.
Tan solo diré que me parece un asesinato haber callado a personas como Kubrick, que en un determinado momento de la sociedad dieron un salto, cambiaron la sociedad, la forma de ver las cosas, "escandalizaron", pero escandalizando abrieron los ojos aunque tan solo fuera a unos pocos. Eso es un genio, alguien que es capaz de, en cada una de sus obras, rasgar todo lo establecido y arrancar los sentimientos más profundos del ser humano; crueldad, falsedad, amistad, amor,alegría, asco... Cualquiera, pero son preciesamente los dos primeros, los que más asusta y más rechaza la gente, por pecar de ellos.

Cuando era pequeña y mi madre me sentó frente al televisor y me susurró al oido que prestara atención seguramente tenía en mente todo lo que tú has descrito en este texto y lo que yo ahora estoy pensando. Hacerme ver que el mundo en el que había llegado hacía pocos años no era tal y como queremos que sea. Y tal vez si aquella tarde no me hubiera susurrado aquellas palabras me hubiera llevado muchas más decepciones en la vida de las que ya me he llevado, porque si que es cierto, la crueldad,y la falsedad, dado el alto nivel de existencias, son inevitables.

Tea Girl dijo...

Mmmmm... No he visto esta película, con lo que no te puedo dar mi opinión.

Quizá debería verla ;)



Un saludo!

jg@ dijo...

Gracias por la visita JilL. Muy interesante tu reflexión acerca de la naranja mecánica, o más bien sobre lo que realmente refleja.

Estoy de acuerdo con lo que dices respecto a la censura. ¿La película es violenta? No, la vida es violenta. ¿Unos jóvenes apalean a un vagabungo por haber visto la obra de Kubrick? Claro, y los que lo hacen hoy en día y lo graban en móvil están pensando precisamente en él, o en la película, ¿verdad?

Si los problemas del mundo se pudieran solucionar a golpe de censura... :D

Anónimo dijo...

Si señora de Rockstar!!! muy buena reflexion sobre un peliculon...

Estoy bastante de acuerdo contigo en todo lo k has comentado, excepto en lo de la libertad, a lo k añadiria, k los politicos y la sociedad en general, no se rigen por la libertad, sino por una serie de estereotipos y patrones, k intentan inyectarnos en vena, como hicieron con el propio Alex en esta pelicula, pero de una forma mas subliminal.

I LOFFF YOUUUU PEKE!!!!