sábado, 30 de junio de 2007

Hombres y Mujeres

Las guerras no tienen justificación; ninguna. Están basadas en prejuicios o, mayoritariamente, en el acercamiento a ese señor del que todos quieren aprovecharse: ese conocido como dinero. Pero no en todas las guerras se usan armas ni corre la sangre, pero no por ello dejan de ser tan absurdas como innecesarias. La guerra entre los hombres y las mujeres, la guerra universal. Cierto es que, por los prejuicios infundados por esta guerra, si se puede haber derramado sangre en alguna ocasión extrema, pero son consecuencias del conflicto central. Y yo me pregunto, ¿qué sentido tiene mantenerla?
Los dos bandos juegan a lo que todo el mundo que lo hace con los prejuicios: se generaliza con los tópicos. Que si las mujeres son unas putas, que si los hombres unos cerdos… En fin, creo que no es necesario que siga porque todos los conocemos. Y bien, algunas mujeres y algunos hombres cumplirán con el prototipo, pero, ¿y los demás? Los que no lo sean serán rechazados antes de tiempo por esas etiquetas. Es como cualquier otro prejuicio con respecto a la raza, el estilo, los gustos… Deberíamos deshacernos tanto de uno como de otros.
Lo que me resulta gracioso son los que empiezan con sus himnos de “las mujeres son mejores” o “no, los hombres lo son”; y luego no aceptan el racismo. Están actuando de la misma manera. Además, que nadie es mejor que otro por ser de un sexo o de otro; al igual que no lo son ni por la clase social, ni por la raza, por poner unos ejemplos.
Tenemos que juzgar a la gente como personas, independientemente de su sexo en este caso. Olvidemos el envoltorio y centrémonos en la persona, que es lo que somos. Quizás, descubramos personas maravillosas que nos habríamos perdido si hubiéramos seguido esos prejuicios. Y no me sirve la excusa de las malas experiencias en las relaciones. Claro que se van a tener malas experiencias en las relaciones y nos vamos a equivocar, hasta que acertemos. Pasa igual con los amigos, y no veo a ningún chico diciendo que odia a los hombres solo porque sus amigos le hayan fallado; tampoco a ninguna mujer. Eso de agruparnos en dos lados e iniciar una guerra me parece bastante primitivo. Todos hemos pecado alguna vez de hacerlo, pero lo importante es si en realidad lo sientes y lo defiendes o si solo fue la rabia de un determinado momento y prefieres juzgarlos como las personas que son.
Creo que, por los tópicos y por ver a la gente como mujeres y como hombres y no como personas, surge la heterosexualidad o la homosexualidad. Eso y la influencia de la Iglesia, que aunque muchos no seamos creyentes, pertenecemos a una sociedad con muchos de sus valores y es algo que no podemos evitar; ya que, por ejemplo, en la antigua Grecia era bastante común la bisexualidad. Si pudiéramos ver a la gente como personas, nos podría atraer un abanico más amplio de sujetos. No nos fijaríamos en si es hombre o mujer, nos fijaríamos en la persona, nos gustaría la persona, no la mujer ni el hombre. Puede que no todo el mundo sea bisexual, pero desde luego, basándonos en vernos como hombres o mujeres, no podemos descubrirlo. Por suerte, yo me he desprendido de eso, y veo que me atraen los hombres que me gustan y que un hombre me guste físicamente no es motivo para que me atraiga; igual me sucede con las mujeres: con una chica que no me interesara nada como persona, no podría hacerlo como otra cosa, pero una que sí que me gustara como persona, ¿por qué no puede atraerme?
Supongo que intentar pedir paz en esta guerra tiene el mismo resultado que desear la paz mundial. Pero al menos, siempre queda el intento. Apoyo los movimientos feministas que piden la igualdad que en realidad compartimos, no hombres y mujeres, si no las personas.

lunes, 18 de junio de 2007

Ingenua

-Qué ingenua eres…


Aún resuenan en mis oídos sus palabras y otras palabras dichas hace siglos en apariencia, dichas en una situación que parece de una vida anterior y no de la presente. Y ese tono despectivo al pronunciar la palabra “ingenua” y como todos se manchan la boca asegurando que este es el mayor error de mi vida cuando yo sé que es el único acierto de mi vida, como un regalo caído del mismo cielo como puedo creer si en mi interior habita el alma de un niño huérfano y pobre que se encuentra con un tesoro: su lapicero. Alguien sin corazón cegado por ese extraño gusto de algunas personas por destruir las ilusiones de los demás para que la infelicidad de su miserable vida no pese tanto y no sean los únicos desgraciados. También le podrían haber llamado al pequeño Gerard ingenuo. O a Chris por creer en un lugar mejor. Pero Chris consiguió su cielo. Y yo consigo el mío propio.
Lo que duele no es la duda que creen que siembran con su juicio a ciegas, con las mismas referencias que tendría un ciego para afirmar de qué color va vestido el acusado. Lo que duele es en este caso la autora de la sentencia, mi madre. Mi padre dijo cosas parecidas, ya no solo creyendo que sabe lo que él siente si no que también se creía poseedor de la verdad absoluta sobre mis sentimientos cuando sabe tan bien como yo que de mí solo conoce la corteza y ni eso en ocasiones, cuando siente que es como la piel mudable de una serpiente.
Siempre están preocupados por mi felicidad, por mi sonrisa perdida. Aunque les duela, aunque tengan miedo de perderme… ¿No se dan cuenta de que con su actitud sí que me pierden por completo? ¿No ven que cuando hablo con él sí sonrío? Es más sencillo pensar en la infelicidad que mi felicidad les produce. Si me tuviera que llevar una decepción, me la tendría que llevar por mí misma, aprendiendo sola de los golpes: es ley de vida. No pueden protegerme de un presunto enemigo que desconocen y que está más cerca de mí y de mi alma de lo que ellos lo han estado en toda mi vida.
Quizás, deberían pensar que se equivocaron desde el principio, aunque ya sea tarde para rectificar. Mi padre debería pensar que si no me conoce, tal vez sea porque nunca en su vida me ha prestado atención, ni siquiera cuando era pequeña, que nunca me ha preguntado por nada ni se ha interesado por nada relacionado conmigo, que no pasaba tiempo conmigo, que ni era capaz de acertar a qué curso iba. Que no se daba cuenta de que su hija pequeña jugaba sola siempre y se tumbaba en la cama de su habitación esperando a que alguien iniciara una conversación, mientras él solo se ocupaba de sus cosas, en una habitación aparte. Que nunca me preguntó… hasta que se dio cuenta de que me había perdido del todo y que su hija era una completa desconocida que tenía problemas o motivos suficientes como para largarse lejos sin dar explicaciones y sin mirar atrás; entonces el miedo se apoderó de él y desde entonces vive presa del pánico. Pero yo he vivido sola con ese miedo diecisiete años, y mi padre no me cogió la mano. Mi madre, por su parte, debería pensar que el tiempo que pasaba conmigo, aunque a ella le pareciera suficiente y tal vez sí lo fuera, no estaba empleado de forma correcta. Debería pensar que si me alejé de ella y dejé de contarle lo que me ocurría y lo que me preocupaba, fue porque cuando se lo contaba, se reía y no me daba una solución, me decía que cuando fuera mayor pensaría como ella: que eran tonterías. Estoy de acuerdo en lo último, eran tonterías. Eran tonterías para alguien mayor, pero entonces yo era una niña y necesitaba la ayuda de mi madre, yo no era mayor como para considerar que mi gran problema era solo un rompecabezas fácil de resolver. Debería pensar que le ocultaba lo que hacía, porque siempre estaba prohibiéndome cosas, hasta divertirme, algunas razonablemente, otras sin sentido alguno que me privaban de mi felicidad y de poder disfrutar. Debería darse cuenta de que no me entiende porque me prohibió ser como soy y no podía mostrarle a mi madre mi cara oculta que la haría avergonzarse y por la cual me gritaría. Debería ser consciente de que siempre ha intentado cambiarme en todos los aspectos para que fuera como ella quería que fuese, y no como era yo y que ese no es el apoyo que una hija espera de su madre.
Yo siempre quise que estuvieran orgullosos de mí, y me esforzaba por conseguirlo, aunque tuviera que mentir o llorar a escondidas, pero para ellos tenía que ser perfecta.
No pueden ponerle barreras a alguien que sueña con volar, no pueden establecer prohibiciones basadas en la intolerancia mente conservadora y su negativa a escuchar otra opinión a alguien que cree y defiende la libertad del ser humano por encima de todo y la tolerancia, a alguien que quemaría todas las banderas por el mestizaje y haciendo arder con ellas esas estúpidas posturas fascistas, a alguien que disfruta razonando y escuchando las aportaciones del resto, a alguien que no puede soportar no poder mantener una conversación, a alguien que no aguanta que los que se creen en posesión de la autoridad abusen de ella para callar las voces de sus sometidos, a alguien que siente que tiene mucho que decir pero que no la escuchan. Se equivocan. Se han equivocado siempre. Y yo mientras cuento los días para salir de esta prisión, para respirar un aire que no esté viciado por la infelicidad.
Y creen que están en lo cierto, que yo soy la ingenua. Y no son los únicos que piensan así. Es tan fácil juzgar con los ojos vendados… Así no ves las lágrimas del juzgado a quien le estás robando lo que le alimenta el espíritu y hace volar a su alma. Pero un día las lágrimas quedarán atrás. Mi ansiada libertad. Porque todo llega, sea la espera interminable o fugaz. Entonces nos intercambiaremos los papeles. Cuando ellos me vean salir por la puerta, cuando el resto me vea marchar de este infierno de calles de muertos vivientes, cuando yo ría y no deje de hacerlo, cuando no necesite una escalera para alcanzar el cielo; entonces, quizás se den cuenta de todo, cuando yo sea libre y ellos sigan amargados en su cárcel de existencias vacías sin proyectos ni de futuro ni de presente, de que los ingenuos eran ellos y que yo lo fui por creer de niña que en mis padres encontraría el refugio que necesitaba. Y a lo mejor se den cuenta de que deberían aprender de niños inocentes con esperanzas y sueños como Chris y Gerard, por muy ingenuos que puedan parecer.

miércoles, 13 de junio de 2007

El Juego Del 8

Se trata de contar 8 cosas de uno mismo. Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres.Por supuesto no hay que olvidar dejarles un comentario para que se enteren de que han sido seleccionadas para este juego.

1- Soy la inseguridad y la inestabilidad emocional personificada, pero no lo aparento. No confío nada en mí misma, mi autoestima simplemente no existe, la mayoría del tiempo no me soporto y tiendo a pensar que a los que más quiero, tampoco me soportan a veces. Mis altibajos emocionales son incontrolables desde hace dos años, en algunos momentos, cuando llego a desvariar, me siento demente. Pero, la gente tiene un concepto opuesto de mí.
2- La gente tiene un concepto equivocado de mí porque yo deseo que sea así. No puedo evitar actuar y mostrarme muy fría, porque no me fío de la gente, ni me gusta que me conozcan; aunque soy extremadamente sensible. En cambio, mi novio y una chica a la que yo considero mi hermana, me conocen muchísimo y me gusta que lo hagan. Y es curioso, porque la gente que no me conoce me ve a diario; ellos dos están lejos de mí y apenas nos vemos.
3- Mucha gente me aconsejó ir al psicólogo y me asusta porque no quiero que cambien nada de mí, ni una pequeña parte, ni tampoco quiero que alguien me analice, ni me juzgue, ni conozca lo que siento y por qué. Sé que es un poco contradictorio, porque si no me gusto, quizás cambiar no sería una mala opción. Pero la persona imperfecta que soy es la que me brinda la oportunidad de liberar mi necesidad de expresarme a través de la literatura como yo quiero hacerlo; y no quiero perder mi esencia. Mi bolígrafo es mi terapeuta, gracias a él he conocido cosas de mí misma que sin su ayuda habría sido imposible descubrir.
4- Creo que mis defectos y mi pesimismo tienen solución gracias a mi novio, que aporta la otra cara y me ayuda a sonreír siempre. Es él quien me ha enseñado lo que es la felicidad y que la vida puede ser maravillosa. Y no soporto que la distancia, mi edad y la decisión de mis padres nos tenga que mantener separados y pueda estropear lo mejor que me ha pasado en la vida; es demasiado injusto.
5- Me encanta callarme y observar en silencio cómo se comportan los demás, conocerlos a través de sus gestos, sus palabras, su forma de actuar.
6- Me asusta muchísimo no conseguir nada en el mundo de la literatura, no puedo imaginarme un futuro que no esté relacionado con ese mundo. Y, si no me incluyeran en él, sé que no pararía de escribir porque es una necesidad, pero creo que acabaría siendo una escritora frustrada y depresiva con sus adicciones.
7- Me apasiona, además de la literatura, la música y el buen cine; y el Romanticismo. Me siento una romántica, sin ese sentimiento nacionalista. También me gusta mucho el movimiento punk, aunque odio que me etiqueten como una de ellos porque no lo soy; directamente, odio que me etiqueten.
8- Me gustaría que la anarquía no fuera una utopía; defiendo la libertad, la tolerancia. Odio a los políticos, a los reyes, a los militares y a los curas.

Nomino a jugar a Rockstar, a Cath, a Han, a Munlight_Doll, a ese Alex que me firma y desconozco quien es oO por curiosidad xD, a Heathcliff, a Monika, y a Eif(mihiii^^).

domingo, 10 de junio de 2007

Cuentos De Hadas

Hay muchos que se atreven a afirmar que ni los cuentos de hadas ni la magia existen. Algunos lo aseguran desde la insatisfacción de sus vidas, negándose a aceptar que pueda existir una alternativa, hundiéndose más en el pozo de su miseria y siendo ellos mismos lo que rechazan la cuerda para salir allí; y negándoles así al resto la felicidad, destruyendo las ilusiones de otros, incapaces de desearle a alguien alegría si ellos sufren.
Otros, además, se crecen cuando pronuncian esas palabras, pensando que de esa forma dejan a un lado la niñez y se convierten en adultos maduros, juzgando como niños inmaduros a quienes sí creen en la magia y en los cientos. Pero se equivocan, solo se deshacen de la inocencia y de todo lo que puede ofrecer ese sentimiento; la madurez no es no creer en lugares mágicos.
Siempre pensaré que el equilibrio perfecto es ser un adulto con alma de niño. Tener la cabeza fría y en el sitio cuando la situación lo precise y actuar de forma madura; y saber también cuando puedes cambiar, liberarte de las obligaciones, reírte, jugar, soñar, inventar, saber aprovechar cada detalle asombroso que la vida te regala. No creo que J.M. Barrie fuera inmaduro y, sin embargo, Nunca Jamás ocupaba un lugar muy importante en su vida.
Mientras lo real no se confunda con lo fantástico, ¿dónde está el problema?
Además, la magia puede entenderse de muchas formas. No es necesario que un hada madrina convierta una calabaza en un lujoso carruaje para que la magia esté presente. A lo largo de nuestra vida, hay momentos mágicos, incluso personas mágicas que parecen poseer el secreto de la fantasía en el brillo de sus ojos. La realidad supera la ficción, dicen. Quizás no en todos los casos, pero sí en muchos. ¿Y no es mágico el simple hecho de intercambiar una mirada con alguien y que no hagan falta palabras para que se digan todo lo que necesitan decirse? ¿Y no es mágico sentir que se está en el cielo solo con los besos de alguien?
Personalmente, yo jamás iría diciendo que ni las hadas, ni los cuentos, ni la magia existen. Creo que sería más capaz de afirmar que sí existen. En la imaginación, en la fantasía, pero existen. El problema es la importancia que la gente le conceda a la imaginación y si subestiman su poder. ¿Y no es precioso poder crear y soñar con ese mundo que todos hemos deseado visitar cuando éramos niños? ¿Y no es maravilloso inventar nuestro propio cuento y soñar con él?
No soportaría ver a mis hijos pequeños diciendo cosas semejantes. Me encantaría que amaran las historias, que yo pudiera contárselas, que fueran inocentes y creyeran en la magia, que desarrollaran la imaginación, que se emocionaran, que pensaran por sí mismos. Que a una determinada edad comprendieran que Campanilla no va a entrar volando por su ventana, pero que ellos van a seguir teniendo alas y que no se sintieran engañados, que continuaran soñando con Campanilla y creyeran en otro tipo de magia sin trucos. Además, es un magnífico refugio de una realidad demasiado dura cuando se es niño, cuando un niño no vive en las condiciones de un niño. Si no sueña, si no tiene esperanza, si no cree en las historias mágicas y en la posibilidad de convertirse en el protagonista de una de ellas, ¿qué le queda? Una infancia destruida antes de tiempo…
Confieso que yo sigo disfrutando con Peter Pan, con los relatos de Edward Bloom, con el reino de Fantasía y su hermoso y majestuoso palacio de marfil donde descansa la Emperatriz, con otros cuentos como La fosforera, con historias que leía de niña sobre duendes a rayas, sapos que jugaban a ser detectives, piratas y vampiros buenos; u otros cuentos visuales de niños grandes con tijeras en las manos o de esqueletos y seres horribles en apariencia pero bondadosos y tiernos en el fondo. Y disfruto, sobre todo, creyendo en eses mundos mientras vivo esas historias y deseo ser uno más de ellos.
Mientras los demás niños soñaban con comprarse ese nuevo juguete que tenían todos sus amigos; yo, sola, soñaba con ir a cada uno de esos lugares bajo la bandera pirata de mi barco, sintiendo que ellos eran unos amigos que me enseñarían mucho y que nunca me defraudarían.
Tengo en mi mente dos ideas que tratan de seducirme para que las convierta en cuentos. Y sé que no me resistiré a su encanto y que, probablemente, no las escriba para los niños en general, si no para esa niña solitaria y soñadora que siempre seré.
Muchos seguirán diciendo que todo eso es una farsa, que nada existe, que es para niños. Les compadezco si no pueden volver a ser niños, les compadezco por querer guardar la apariencia y crearse una mentira que ellos mismos creen, porque seguro que la mayoría de ellos serán de los que lloran o se emocionan con películas como Descubriendo Nunca Jamás o Eduardo Manostijeras.
Les compadezco por sus tristes vidas y por su hipocresía. Yo mientras tanto, cambiaré de rumbo desde mi barco, dejándome llevar hasta un nuevo mundo mágico por descubrir, guiándome por la intuición de Peter que me sonríe desde allí arriba, junto a Campanilla y nuestra bandera pirata de paz.

viernes, 8 de junio de 2007

Cierra los ojos

Cierra los ojos y piensa en todo lo que posees y todas las personas que forman parte de tu vida. Piensa en tu habitación, tu santuario; en tu hogar, amplio, cómodamente amueblado; en tu televisión, que te deleita con la visión de tus programas favoritos; piensa en tu ropa, en tus discos, en tus libros, en tu coche si es que eres suficientemente afortunado o desdichado como para tener uno, en tus caprichos hijos de las nuevas tecnologías o nuevas modas que te convierten en un consumidor empedernido. Piensa también en tu familia, en los ratos agradables que has pasado junto a ellos, en tu infancia, en tu adolescencia, en las reuniones de asistencia obligada, en ese familiar tuyo que te sirve como referencia para situarte en el mundo y en esa familia, en tus padres, en las travesuras en las que tus primos y tú erais cómplices, en toda una vida viéndoles unas veces con más frecuencia que otras; piensa en tus amigos, en tu pareja o en tus anteriores relaciones, en los momentos de borrachera o de llanto que pasasteis juntos, en cómo cambiaron tu vida, en los abrazos que te dieron justo cuando más necesitabas sentir que le importabas a alguien en este mundo. Piensa en cuánto tiempo has desperdiciado, cuántas oportunidades perdiste, cuántos días tirados a la basura sin aprovechar nada de lo que tienes, en los errores que cometiste y a los que no pusiste remedio, en el tiempo malgastado pensando en lo estúpido que fuiste en lugar de reparar el daño y evitar convivir con ese arrepentimiento toda tu vida. Y ahora, piensa que, de la noche a la mañana, sin aviso previo ni explicación lógica, lo pierdes todo. Absolutamente todo. Tu vida se transforma en una pesadilla, en un juego macabro sin reglas en el cual se permite torturar al perdedor. Y la mayor tortura es el dolor más intenso, el dolor de un alma al romperse; es la soledad, es la pérdida de cualquier motivo para seguir viviendo. Pero tienes que hacerlo, hiciste una promesa que no eres capaz de romper. Si tu imaginación te lo ha permitido, tal vez hayas sentido una punzada de miedo o de reflexión triste al pensar en esa idea tan terrible, el peor castigo que un hombre podría recibir. Entonces, ya conoces una ínfima parte de lo que significa ser yo. Porque nunca, por muy poderosa que sea tu imaginación y por mucho que cuente al detalle, sabrás lo que yo sentí el día en el que mi vida acabó y mi cuerpo y mi mente enferma seguían condenados a vagabundear moribundos por la tierra.

martes, 5 de junio de 2007

Nunca Tendré Zapatos Nuevos

Este escrito tiene como un mes, pero me acordé de él hoy.. Es uno de esos escritos a los que los llamo paranoias. Pero las paranoias tienen un encanto que aún no he logrado definir.


Hoy es mi día. No he hecho nada grandioso, pero ya he hecho más de lo que aquellos que se ganan el respeto y el reconocimiento de las masas han hecho en su vida. Su estúpida careta es repugnante, pero lo es más aún su vulgar actuación. Es como si Britney Spears interpretara a Wendy en Peter Pan y el papel protagonista estuviera reservado para Michael Jackson. Un insulto.
Es uno de esos días en los que converso con mi mejor amigo y hago lo que mejor sé hacer: dejar que una cara oculta de mí se descubra al ritmo que el bolígrafo marca moviéndose con prisa por el papel, ansioso por escribir la próxima palabra. ¿Y soy buena en esto? ¿Destaco? Eso hoy no importa. No me importa ser brillante o no porque el mundo hoy se ha rendido a mis pies. Es todo una farsa y voy a ser yo quien corra la cortina y desvele la mentira. Mi mariposa sigue aleteando y me presta sus alas para volar. El tiempo es mío, le estoy desafiando; querrá matarme, envejecerme, destruirme, pero yo voy a vivir para siempre porque tengo alma y me estoy encargando de que permanezca intacta. Ellos no tienen alma, la vendieron por una vida cómoda y unos zapatos nuevos. Yo siempre he sido de las que prefiere andar descalza y sentir el frío del suelo en mis pies desnudos. Es una sensación parecida a la de la lluvia muriendo en mi piel. Y la adoro. Me hace recordar que sigo viva y que puedo sentir. Nunca tuve nada, pero lo he tenido todo. Mi vida, mi alma, mi camino.
Me salí del camino establecido, lo tenían todo preparado para mi llegada. Una estrella siempre se hace esperar y si es una que rompe con los moldes además sufrirá el rechazo de los más conservadores que necesitan que su vida esté igual de controlada que la programación televisiva que invade sus vacías existencias. Les he acarreado más de una decepción, pero estoy orgullosa de mí misma y a la hora de enfrentarme cara a cara con la muerte supongo que eso es lo que importará. Importará no haber estado muerta antes de tiempo.
Hoy tenía la moral por las nubes y me parecía divertido mi desdoblamiento de personalidad, mi paranoia de jugar a ser demente. Me obligué a mí misma a crearme una personalidad nueva que suplantara a la mía y así nació Jill, mi carta de presentación. Claro que yo también soy Jill, no es solo una invención, y hoy lo he sido más que nunca.
He creído en mí y en esta manía mía de escribir que ya se ha convertido en mi vicio. Jill es impulsiva, atrevida, se guía por su instinto porque sabe que de cualquier manera saldrá victoriosa. Jill es la rabia que corre por mis venas y siente la de la voz de Johnny Rotten como la suya propia. Jill es la defensora de su ideología basada en utopías, libertad, igualdad, tolerancia… Jill es la culpable de que me apetezca seducir a una botella de absenta o de ron y hacerla mía. Pero Nuri ha hecho acto de presencia y el orden y la estabilidad que Jill impone se ha tambaleado.
¿Cómo puede bajarte la moral la niña esa? Es artificial, es un producto, es falsa, es una marioneta, no tiene talento, no brilla. Ese brillo que desprende es por los focos y el nuevo maquillaje que le han obligado a usar. Debería subírtela. A tus diecisiete años has demostrado tener más cabeza, ser más sincera que ella, tienes algo que decir y sabes cómo hacerlo. ¿Qué importa si a ti nadie te sigue y ella tiene a su legión de admiradores? Son tan vacíos como ella… y Jesucristo también tenía sus seguidores. Ella es solo una cara bonita y tú siempre has despreciado los envoltorios chillones.
Soy fiel a mí misma, sé quien soy. ¿Puede decir lo mismo ella? Ella es una contradicción y yo… es cierto, existen dos polos opuestos en mí, pero Jill sin Nuri no podría existir. Y Nuri sin Jill se habría derrumbado hace mucho. El negro del ying-yang necesita a su blanco.
Me encanta inventarme este tipo de juego y esperar a que mi subconsciente mueva ficha. Si fallo, podré echarle la culpa a otro y no cargar con el peso del remordimiento. No hay por qué escandalizarse, es lo que los personajes más populares hacen a diario. Yo solo soy una fiel servidora de mis sueños, esos sueños que prometen esperanza y sin los que no sería quién soy, esos que me mantienen ausente y dormida estando despierta; y alerta, despierta estando dormida.
El tiempo de los lamentos se ha terminado, comienza la era de la vida en toda su esencia. Sentir, llorar, reír, reflexionar, olvidar, recordar, amar, gritar, soñar, crear… Si me hubiera adaptado a mi molde, solo podría respirar el aire de los bendecidos con la suerte del ganador, ese a quien ayudan a ganar mediante trampas, que no usa su ingenio ni su esfuerzo porque no sabe lo que es sudar, solo tiene montones y montones de zapatos… Y es que, es tan aburrido ganar siempre. De vez en cuando, una derrota reconforta. Y una victoria, es mucho más dulce cuando se ha sufrido antes. Es como probar una cucharada de zumo de limón sin añadidos y después morder un pedazo de chocolate. El chocolate nunca había estado tan delicioso. He sido maldecida con la mala suerte de quien vive, porque quien vive, irremediablemente, pierde y fracasa, pero los éxitos son infinitamente más satisfactorios como orgasmos de felicidad prolongados.
Apostar es divertido. A Jill le apasiona, a Nuri le asusta. Pero ante la duda, siempre estarás tú. Algún día tienes que explicarme por qué te pasaste a mi bando, dicen que los locos no somos la mejor compañía. Pero lo siento, ponme una camisa de fuerza si quieres, pero la locura es una forma de vida. No hago distinciones entre loco y genio. Loco es solo un adjetivo creado por el miedo de aquellos que lo sienten ante la novedad, ante lo diferente, antes de que los domine, antes de intentar comprenderlo, le cuelgan la etiqueta y se deshacen de él. Así, están a salvo del contagio. Yo quiero contagiar mi locura y no habrá nadie que consiga pararme ni callarme…
¿Apuestas? ¿Juegas? Pero ten cuidado, no me pises porque recuerda que ando con pies descalzos; nunca tendré zapatos nuevos…

sábado, 2 de junio de 2007

Desmontando a Harry

Ver Desmontando a Harry, de Woody Allen, supuso un viaje a través de mí misma, de temores reencontrados en el camino y dudas e inseguridades que asaltan sin cesar. Supuso desmontarme a mí misma.
A Harry, muchos, le acusan de loco. Imagino que habrían hecho lo mismo conmigo si hubieran escuchado mis explicaciones en cuanto a mis visiones en las que personas normales y de carne y hueso se transforman ante mis atónitos ojos en personajes de relatos o de novelas, y en mi cabeza se sucede una serie de imágenes pertenecientes a la vida de ese nuevo ser al que yo inconscientemente le he dado vida. O se extrañarían tal vez si les dijera que yo me siento solo como una retransmisora, que yo no creo a mis personajes, que ellos vienen a mí, con nombre y vida propios, y me hablan, me cuentan lo que quieren que el mundo sepa por las palabras que yo redacte gracias a sus discursos. Seguramente huirían aterrados si les confesara que tras ver esa película, estuve conversando conmigo misma durante casi media hora en voz alta como si estuviera liberándome de mis frustraciones y de mis demonios personales con otra persona, ya que no me hablaba a mí, le hablaba a alguien.
Harry es un fabuloso escritor. Y este es el único aspecto de su vida brillante. Sus obras están inspiradas en hechos reales de determinadas etapas de su vida y los personajes son personas de carne y hueso, modificadas por su punto de vista. Si a un grupo de conocidos, nos dijeran que describiéramos a la misma persona, un amigo o enemigo en común, seguro que muchas redacciones darían la impresión de estar hablando de personas completamente distintas. Todo depende del enfoque que le demos y la interpretación que nuestra mirada inexperta le atribuya a las imágenes. Sus personajes, o bien son él bajo la apariencia de otros o bien son el reflejo que su mente ha otorgado a personas que han pasado por su vida; por lo cual, todos tienen algo de él. Creo que eso nos pasa a la mayoría de los que nos dedicamos a escribir. Al menos, a mí también me pasa. Es inevitable, sobre todo porque muchas veces no somos conscientes de ello.
La vida de Harry, por regla general, destaca por el desastre caótico que supone, empezando por sus relaciones, pasando por la relación consigo mismo y acabando por su dependencia a las pastillas, a los psicólogos y la tendencia a aguantar más fácilmente con alcohol en el cuerpo. Es una típica descripción de un escritor, el escritor maldito: insuperable en su obra y un infeliz en su vida.
Siempre que he intentado imaginar un final para mí, como si yo fuera un personaje más, acababa de forma semejante. He notado indicios de esa locura progresiva y a estas alturas, negarme mi inestabilidad sería como mirarme al espejo e insultar a la estúpida que se ha colado por medio y que se burla de mí imitándome hasta en el más mínimo gesto y que me impide verme reflejada. Cómo decirlo… no me siento una persona normal. Ni creo que sea diferente ni especial, simplemente me siento extraña. Creo que vivo demasiado lejos de aquí, que no vivo en el mundo real. En cualquier momento puedo abrir los ojos y ser consciente de lo que sucede a mi alrededor en el plano terrenal, pero me gusta mantenerlos cerrados o entrecerrados y darle un significado distinto a lo que veo, como si tuviera delante de mí los futuros protagonistas de mis escritos.
Uno de mis problemas es que siento que en una novela encajaría a la perfección, en cambio siento que en el mundo real sobro. Pero no puedo pretender encajar en la realidad cuando no la acepto y prefiero la fantasía y la alternativa de un mundo en el que las cosas sí pueden cambiarse. No puedo pretender encajar en la realidad cuando no me acepto a mí misma. Si no me acepto a mí misma, no puedo pretender aceptar lo que me rodea que me es desconocido y demasiado diferente y lejano.
No es que no comprenda por qué no me acepto, pero admito que solo son suposiciones y que todo me viene de muy lejos y que intuyo el origen. Y me aventuro a situarlo en mi infancia y el gran rechazo que sentí, que a su vez produjo un terror a la gente y a su reacción con lo cual nació una inseguridad que aunque trate de disimular, me domina por completo. Soy inestabilidad pura. Me sereno y hago las paces conmigo misma cuando escribo, cuando fantaseo. Cuando puedo modificarme hasta a mí misma o puedo vomitar el veneno que me correo por dentro en lagunas de tinta. Sufro altibajos emocionales incontrolables de los cuales la mayoría desconozco el motivo. Soy capaz de mantenerme tranquila y afrontar una situación dura con frialdad sin dejarme llevar por mis emociones y en cambio soy propensa a derrumbarme por cualquier tontería. Y esa manía a pensar que soy la culpable de todo lo que sucede y que me merezco cualquier cosa que pase, y sentir que prefiero llorar a escondidas antes que saber que otra persona a la que quiero lo está haciendo. O a sentir que lo bueno que me pasa, es simplemente un golpe de suerte, que no me lo merezco y que en cualquier momento, si la suerte cambia, puedo perderlo porque en realidad no me pertenecía. Solo consigo el equilibrio y me convenzo de lo contrario si escribo. Soy dependiente. Mi vida, salvo la escritura como en el caso de Harry, es un vaivén imparable de caos. O lo sería, sin él. Solo consigo ser estable si sé que le tengo. Cuando le perdí una vez, volví a convertirme en lo que fui antes de que apareciera por sorpresa en mi vida, volví al caos, a la inestabilidad y a la dejadez absoluta. Sinceramente, no es que me importe especialmente lo que me suceda. Solo le doy importancia ahora porque sé que a él sí le importa. Sin él, tal vez pasaría las tardes por ahí, con mi sonrisa estudiada y falsa, mi mirada inexpresiva y tan vacía como yo, disfrutando con las actuaciones, con la autodestrucción y maldiciendo por dentro al mismo tiempo por la insatisfacción de mi existencia y por todo lo que me rodea y por mi infelicidad.
En muchas ocasiones, me siento presa de una locura esquizofrénica. El otro día, cuando reflexioné sobre esto, me sentía demente. Me escuchaba a mí hablarle al aire e imágenes inesperadas de alguien desconocido que puede que vuelva a hacerme una visita ya con identidad propia rogándome un rol en un relato aparecían en mi mente. Y unas sensaciones inexplicables chocaban en mi interior como las olas furiosas lo hacen contra las rocas. En fin, no ha sido solo una persona la que me aconsejó un psicólogo. Pero es curioso, los que lo hicieron o lo piensan o pensaron y lo callaron, desconocen mi interior por completo. Me pregunto qué pensarían si leyeran esto. Puede que me llevaran arrastras a la consulta de uno. Pero me negué entonces y me seguiré negando, prefiero evitarlos. No quiero que me analicen. Me gusta analizar a la gente, observarla, sacar mis propias conclusiones o convertirla en las personas que yo quiero que sean o que mi imaginación crea. Pero odio que lo hagan conmigo. Además, no me convencerán nunca de que una persona que no experimenta una conexión con el arte puede comprender el proceso de creación y todo lo que ello supone. Para mí, los artistas, tienen una sensibilidad diferente. Ya lo dijo Oscar Wilde en su día de otra manera y yo alabo su teoría. Son capaces de captar determinadas cosas que el resto de la gente no puede y gracias a ellos, el mundo puede disfrutar de ellas ya que antes ignoraban su existencia porque nadie les había mostrado sus matices. No me considero una artista. Pero nadie puede negarme que yo siento la literatura y quizás mucho más de lo que lo hacen escritores de renombre que no se merecen ser publicados. Y siento que mi sensibilidad, mi percepción difiere de la de la gente que no está en conexión con el arte. Yo nunca miraré nada a través de unos ojos comunes, miraré siempre con ojos de escritora fantasiosa. Y eso, puede gustarle al mundo o no, pueden comprenderlo o tacharme del primer adjetivo en tono despectivo que se les venga a la cabeza. Pero no podrán cambiarlo, no podrán cambiarme en ese aspecto jamás.